domingo, 3 de marzo de 2024

Pregón Semana Santa 2024

 


Os dejo el texto del PREGÓN DE SEMANA SANTA que he dado en Férez, mi pueblo, el 2 de marzo de 2024. 

Es un honor estar ahora mismo aquí, delante de todos vosotros, en una situación que lo único que demuestra es el afecto que me tenéis. Cuando me llamó Francis para ofrecerme esta oportunidad, me emocioné, de verdad, un nudo en la garganta casi me impide decirle que aceptaba. Iba a ser el primer nacido en Férez en dar el pregón de Semana Santa. Era todo honor.

Quiero agradecer de todo corazón esta invitación. Y no sólo porque, como afirma  D. Quijote, «la ingratitud es hija de la soberbia y uno de los mayores pecados que se sabe: y la persona que es agradecida a los que bien le han hecho, da indicios de que también lo será a Dios, que tantos bienes le hizo y de continuo le hace» , sino porque sinceramente he de reconocer que participar como pregonero en uno de los  principales acontecimientos de nuestro pueblo, que siempre ha ejercido sobre mí una fascinante atracción, me colma de satisfacción (siempre me ha gustado asumir nuevos retos, máxime cuando éstos son complicados aunque sólo sea para evitar que se haga cierta la sentencia de Séneca: «No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas»).

Quiero señalar mi profundo respeto por una festividad como la Semana Santa que hace aflorar sentimientos religiosos trascendentes y de la máxima importancia para los cristianos creyentes. Necesariamente por ello, mis palabras, amén de breves, serán sobrias y respetuosas. Espero, en fin, no defraudaros a todos vosotros, pero, sobre todo, espero no defraudar y estar a la altura de la Semana Santa de Férez.

Ser pregonero de la Semana Santa de Férez tiene un atractivo especial fundamentalmente por el significado polivalente que tiene esta festividad. Es, ante todo y por encima de todo, un acontecimiento religioso a través del cual se rememora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, que hunde sus raíces en elementos esenciales del sentimiento cristiano: pasión, fe, devoción. Pero no sólo es eso, sino que, además de un acto religioso y precisamente por ello, es también un acontecimiento cultural en sus múltiples manifestaciones, íntimamente ligado a la propia historia de nuestro pueblo; constituye uno de los ingredientes que conforman la identidad de Férez pues, aun cuando se trate de una celebración muy extendida en todo el mundo cristiano, en cada caso presenta singularidades que constituyen el reflejo de las propias de cada comunidad. En cada pueblo se ha desarrollado un modo propio de celebrar la Semana Santa; en todos ellos se encuentran elementos comunes y también singularidades; es siempre igual y a la vez distinta (en unos casos, la seña de identidad es el sonido de los tambores, en otros, la belleza de las imágenes que se procesionan, el sobrecogimiento de las penitencias, el aroma de las alfombras de flores, etc.).

Por eso yo os voy a hablar de las singularidades de la Semana Santa de Férez que colman mis sentimientos.

Hablar de la Semana Santa en Férez es un cúmulo de emociones y sobre todo de recuerdos.

Si nuestra Semana Santa tiene algo totalmente singular y que nos diferencia de todas las conozco, y son muchas, es el olor a tomillo en las calles en la Procesión del Entierro de Viernes Santo. Esa fragancia a monte, que se distribuye por nuestras calles es siempre lo primero que viene a mi cabeza cuando hablo de mi Semana Santa. Recuerdo cómo iba moviendo esas matas de tomillo con el pie para poder disfrutar todavía más de ese olor a cerro, a pinos, a esas montañas que nos rodean. Era, y es, un homenaje a todos aquellos que trabajan los montes en nuestro entorno, antiguamente eran los esparteros quienes traían el tomillo. Nosotros no tenemos el aroma del azahar que tienen los sevillanos, pero le ofrecemos la esencia de nuestros montes.

Pero hagamos un recuerdo cronológico de nuestras celebraciones. Lo primero es el Domingo de Ramos, cargado siempre de luz y con los tallos de esos olivos que producen en nuestros bancales un aceite que es oro puro. Tengo que decir que nunca me han gustado las palmas, aunque sean muy bonitas. Jesús entró en Jerusalén vitoreado entre ramas de olivos. Es necesario señalar que si nosotros vemos paisajes de los campos de donde vivió Jesús, podríamos estar en cualquier paraje de La Redonda, el Rocipón o el Charco, todo lleno de olivos. La imagen de esos tallos de olivo bendecidos guardados en un lugar de mi casa durante todo el año perduran en mi memoria.

Aquí quiero agradecer el esfuerzo que se ha hecho para incorporar La Borriquilla a esta procesión.

La Semana Santa de Férez también es liturgia y celebraciones en la Iglesia. Los Vías Crucis hasta el cementerio al amanecer. Si existe una imagen que siempre me llamó la atención son los cuadros pequeños que había en la Iglesia con las estaciones del Vía Crucis. Era la celebración del Jueves Santo, donde se hacía el Lavatorio de pies. Aquí, tengo un recuerdo un poco “travieso”: siempre llegaba tarde para no tener que ser uno a los que le lavaban los pies. Pero si existe una liturgia donde siempre he participado, ha sido la lectura del Evangelio de Viernes Santo.  Han sido muchas las veces que en este mismo atril he leído ese apartado de la Biblia donde se narraba, de manera casi teatralizada, la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Algunos de los que estáis aquí eráis mis compañeros y compañeras de lectura.

Fluyen las imágenes en mi memoria de la Procesión del Entierro, con el paso del Sepulcro saliendo en absoluto silencio de nuestra Iglesia, de esas saetas que rompen ese silencio con la voz rasgada de Antoñita, y la subida de las gradas con el Sepulcro bailando sobre los hombros de sus portadores.

Del mismo modo no puedo olvidar esa Procesión del Encuentro, de la Plaza de la Corredera repleta de fereños y fereñas para contemplar las tres veces que se hincan las rodillas en tierra justo antes de chocar los palos de los pasos y celebrar el Encuentro de la Virgen con el Resucitado. Aún resuena en mi memoria el aleteo de los palomos que salían de debajo del manto de la Dolorosa.

Como ya he dicho anteriormente, la Semana Santa es también cultura y patrimonio, y Férez puede presumir de las imágenes que saca en sus procesiones. Desde su Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores que son una preciosa muestra de la Escuela de Salzillo, realizadas por Roque López, a su Jesús Crucificado y que está articulado para después entrar en el imponente paso del Sepulcro. Qué decir de San Juan, el que siempre se ha dicho que era el santo de los jóvenes. Sobre esta imagen puedo hablar largo y tendido, pues cuando fuimos quintos los del 64, nos atrevimos a sacarlo con la famosa nube y sus ángeles (que restauró y pintó nuestra pintora local Puri Pérez Serrano). Fue precioso ese año ese paso, pero desde luego mis hombros todavía lo recuerda. No nos podemos olvidar de Cristo Rey, que únicamente se ve en la procesión del encuentro.

La Semana Santa en Férez también tiene muchas cosas que la hacen bonita, que nos hacen recordar cada vez que ves una foto o pasas por una calle en esos días. No podemos olvidar a esas Manolas, con su teja y su mantilla negra acompañando a los pasos durante las procesiones, sobre todo en el Entierro. Esas filas de gotas de cera que caían de las velas que llevábamos durante las procesiones. Era casi imposible que alguna gota de cera no nos la lleváramos en nuestros abrigos. No podemos olvidar los sonidos de los tambores y cornetas, con sus primeros maestros Pepe de los Nudos y Jesús “el Moni”. Quiero tener un recuerdo especial para el Sacerdote Pepe Linares, que hace muy poco tiempo nos dejó. Las horas de ensayos que tenemos a las espaldas algunos de los que estuvieron en esos momentos. Ahora, por suerte se mantiene todavía esa tradición. Son tantas las cosas para recordar que esto se podría hacer eterno, pero no quiero dejar pasar este apartado de mi pregón para mencionar y recordar con todo el cariño para una persona que siempre estaba en todo lo referido a la Semana Santa: en la liturgia, en la preparación de los pasos, organizando las procesiones, etc. Es Francisco el Cartero.

Pero la Semana Santa también es gastronomía, y me han dicho que vamos a poder disfrutar ahora después de alguna muestra muy interesante. Esos potajes de Vigilia, con su bacalao y sus pelotillas, esos panecicos, esos buñuelos, ese alajú. Comida y dulces que muchas veces nos devuelven a nuestras raíces musulmanas.

La Semana Santa es arte en la calle, misterio, espiritualidad, procesiones, actos litúrgicos, costumbre y tradición, gastronomía, turismo, en fin, cultura enraizada en el pueblo. Para los cofrades es también montaje de pasos, ensayos, rito, olor a incienso y cera quemada, ruido ensordecedor y acompasado de instrumentos, amistad fraterna, dolor, sed, cansancio, oración. Sin el fervor religioso creyente, esta festividad sería una pura representación teatral; añadida la fe y devoción que ponen en ella quienes la organizan y la celebran se convierte en una manifestación de fervor religioso; en una pasión vivida con el corazón, un acto que es personal e íntimo y a la vez también colectivo y compartido en el que cada año se reproducen emociones intensas que nacen en el alma misma.

Antes de terminar quiero leeros una cosa que encontré en las muchas de mis investigaciones sobre Férez, que nos habla de las Indulgencias, o perdón de los pecados, que se concedieron en su momento por una visita de una autoridad de la Iglesia con vistas a la Semana Santa de Férez. Está Inscrita en el libro de Bautismos de 1804.

Por el ilustrísimo Sr. Don Sebastián Rodríguez Biedma, dignísimo Obispo Prior perpetuo en la Real Casa se determina hay concedidos cuarenta días de Indulgencias a cada uno de los cuatros Altares que esta Iglesia Parroquial, cuales son el de La Purísima, el de San Josef, el de San Antonio y el de Las Ánimas; también hizo igual concesión a la imagen de Nuestra Señora del Rosario colocada en el Retablo Mayor de esta Parroquial; otros cuarenta a María de los Dolores; otros cuarenta al Santísimo Crucificado que hay en la Sacristía; otros cuarenta a Jesús Nazareno; otros cuarenta al cuadro de Santa Lucía y otros cuarenta a la imagen de Nuestra Señora de Santa Ana que se venera en su Ermita de esta población; como todo consta en los correspondientes Decretos, y por ser así cierto, verdadero, público y notorio y para que siempre conste, yo el Cura Propio de esta Iglesia Parroquial pongo esta nota a once de diciembre de mil ochocientos y cuatro y la firmo. D. Manuel García Berzosa.

Y termino como comencé, con una cita del Quijote que en este caso tiene una clara inspiración bíblica: «Las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires: ''Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra, a los hombres de buena voluntad''; y a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos, fue decirles que cuando entrasen en alguna casa, dijesen: ''Paz sea en esta casa''; y otras muchas veces les dijo: ''Mi paz os doy, mi paz os dejo: paz sea con vosotros'', bien como joya y prenda dada y dejada de tal mano; joya que sin ella, en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno» (Capítulo XXXVII).

Este momento siempre estará en mi recuerdo, por eso quiero deciros de todo corazón: Gracias, Gracias y un millón de Gracias.

No hay comentarios: