miércoles, 20 de julio de 2016

Actividad Municipal en Férez durante la Guerra Civil. Capítulo III


Tercera entrega de la comunicación sobre Férez en la Guerra Civil. Hablamos del problema agrícola que tanto afecto al mundo rural durante la República y también del fenómeno de los Evacuados: personas que huían de las zonas de guerra.

5.- El problema agrícola.
            Como ya se ha comentado en los inicios de la comunicación, el municipio de Férez basa su economía en la agricultura, por lo tanto no es difícil comprender como a lo largo de este período de enfrentamiento civil, los grandes propietarios y sus posesiones se ponen en el punto de mira de los gobernantes.
            Desde el primer momento, mayo de 1936, se propone al pleno del Ayuntamiento la aplicación de la Ley de Reforma Agraria en el término de Férez  y se solicita que dicha Ley se aplique en la finca denominada Alcantarilla de Jover. También citan como finca para aplicar dicha Reforma Agraria la de "Capellanía de Ruiz Tamayo", de propiedad parroquial. Los campesinos, quienes habían sufrido una situación de desventaja en los dos años anteriores, esperaban que el nuevo Gobierno llevase a término la Reforma Agraria prometida[1]. Dicha Reforma era uno de los pilares sobre los que sustentaba el programa del Frente Popular, ya que hacía mención a una aceleración de la misma, dada la pésima situación  en el que se encontraba el campo español[2]. Dentro del municipio de Férez en 1930 existían 13 fincas cuya superficie era superior a 250 hectáreas, siendo el total de las mismas de 6452 has., lo que suponía un porcentaje superior al 55 % del término municipal[3]. Estos datos habrá que tenerlos en cuenta siempre que hablemos de Reforma Agraria en Férez.
Respecto a las fincas señaladas para llevar a cabo la reforma, matizar que la Alcantarilla era la mejor que existía en todo el término, ya que contaba con una inmejorable huerta en los bordes del río Segura, en lo que hoy es terreno del Pantano del Cenajo. El 27 marzo de1937 se acuerda mandar al concejal Ángel Álvarez Soria a investigar en el Registro de la Propiedad de Yeste la titularidad de fincas para su posible incautación para la causa republicana de todas aquellas que recaigan en personas declaradas de índole facciosas por la Comisión Calificadora.
            En agosto del 37 el Instituto de Reforma Agraria ordena incautar las fincas de: Las Ramblas, Aguas Calientes, Prado Grande y Collado Alto. Lo notifica para que sean repartidas y no estén mucho tiempo sin trabajar. Esto supone un paso importantísimo dentro de la implantación de la Reforma Agraria en el municipio de Férez. Lo que sucede es que no se tiene constancia de una ocupación masiva de dichas fincas, que suponen una cantidad de terreno considerable dentro del término municipal. Señalar que pertenecían a personas que habían sido consideradas como afectos a la causa de los sublevados y esta incautación era parte del castigo por eso.
            De septiembre de 1937 son los primeros datos que se tienen sobre la existencia en  Alcantarilla de 72 asentamientos, en cultivos tanto parcelarios como colectivos, y que sus ocupantes no quieren dejarlos para implantar la Reforma Agraria, por lo que se insta a que en ocho días sean abandonadas dichas propiedades, para su posterior ocupación por las organizaciones sindicales. Esto es debido al polémico decreto del Ministerio de Agricultura, dirigido por Vicente Uribe, que consideraba únicamente expropiables las tierras de los que habían intervenido directa o indirectamente en la sublevación militar y que la forma de ocupación acontecida en el verano de 1936 no se adapta a dicha legalidad, por lo cual sus ocupantes tienen que dejar estas tierras[4].  Esto creó cierto recelo entre las organizaciones sindicales del municipio, pues no comprendían por qué tenían que ser revisadas las incautaciones.
            Los campesinos del municipio se desplazan en un número elevado para ocupar estas tierras que son muy productivas, repartiéndose también los animales de trabajo, como mulas, burros, bueyes y el ganado que había en la aldea. Al finalizar la guerra los antiguos dueños les requisaron todos sus productos y aperos y además castigaron a los cabecillas de los colonos.
6.- Los Evacuados.
            Otro de los aspectos que debemos comentar sobre el período de la Guerra Civil en el municipio de Férez es el de los evacuados que van llegando de otras zonas más peligrosas en las que la contienda está mucho más cercana que en este pueblo de la Sierra de Albacete. En este sentido nos hablan Ortega y Silvestre: “durante estos meses (julio-noviembre 1936) cuando el gobierno republicano traslada el gobierno desde Madrid a Valencia. Se produce el avance del ejército sublevado desde África vía Sevilla-Mérida-Badajoz-Toledo. Este movimiento genera una primera oleada de refugiados, que marchan desde el sur de Extremadura hacia Jaén, Ciudad Real y otras provincias"[5]. Ejemplo de estos evacuados lo tenemos en una familia que llega a Férez procedente de Maguillas (Badajoz) y que después se establece en el municipio de manera permanente quedando todavía los hijos de la misma, conocidos algunos de ellos por el topónimo de su lugar de origen.
            En cuanto a las referencias a este fenómeno migratorio nos encontramos con varias citas en los Libros de Actas del Consejo Local. Así, por ejemplo, el 11 abril 1937 se estudia la propuesta de alojar a las familias sin casa en otras donde sobra espacio. El Consejo pretende distribuir una serie de familias, que a malas penas pueden vivir en sus casas, por otras donde existe un espacio sobrado. Es una medida pensada con vistas a la ubicación de los evacuados que llegaron desde otros puntos de la geografía española.
            También se hace mención el 29 enero de 1938 del nombramiento como auxiliar del Ayuntamiento al evacuado Basilio Vega Orea (Canónigo de la Catedral de Madrid). Los evacuados entran a formar parte del entramado del municipio, llevando a cabo funciones que por sus conocimientos no pueden ser llevadas a cabo por personas de Férez. Es el caso del puesto de Auxiliar de Secretaría, que ocupa un Canónigo que llegó evacuado desde Madrid.  Según el testimonio de varios vecinos del lugar,  en  un principio fue enviado al cortijo llamado Molino Viejo y allí realizaba diferentes labores, tanto de tipo agrícola como de tipo cultural. Francisco Fernández Martínez nos señala que fue este señor quién enseñó a leer y escribir a los niños del cortijo y que éstos hacían labores de vigilancia ante cualquier visita de milicianos de otros pueblos con el fin de llevarse preso al sacerdote.[6] Otro testimonio nos lo cita como el sacerdote que se le atribuye el decir la primera misa en el pueblo, celebrada en la Plaza de  la Corredera al finalizar la Guerra Civil.[7]



[1]Manuel Requena Gallego. Albacete en el período 1900-1936. Historia de Albacete y Su Caja de Ahorros. Pág. 187
[2]Ramón Tamames. La República y la Era de Franco. De Trabajos prácticos de Historia de España. Pág. 335
[3]Manuel Requena Gallego. Albacete en el período 1900-1936. Historia de Albacete y su Caja de Ahorros. Pág. 35
[4] Julián Casanova. Las Colectivizaciones. La Guerra Civil. Historia 16. Madrid 1986
[5] José Antonio Ortega y Javier Silvestre. Las consecuencias demográficas de la Guerra Civil. X Congreso de la AEHE. Galicia 2005, pg. 25
[6] Francisco Fernández Martínez es hijo de uno de los habitantes del Molino Viejo y recuerda de manera especial el tiempo en el que este evacuado estuvo alojado en sus casas. Nos habla de cómo hacia guardia en los caminos para avisar al sacerdote ante cualquier visita. Nos cita el plan de escape que tenían previsto ante un peligro.
[7] Testimonio de Dionisio Francisco Martínez Fernández. Recuerda como ayudó a celebrar dicha misa siendo él un  adolescente.

No hay comentarios: